lunes, 2 de enero de 2012

Readymade Kafka-Wilde vía San Sebastián

Al principio todo era ridículo…



Creo que fue Wilde quien dijo que la vida imita al arte. Claro que pudo ser Aristófanes quien, un poco antes, se preguntó hablando de Menandro: “¡Oh vida, oh Menandro!, ¿quién de vosotros ha imitado al otro?” [1]. En cualquier caso, Wilde ni se fiaría ni se dejaría de fiar de mi (falsa, aunque recuerde bien) memoria, y se quedaría con el postmoderno pastiche de llamarse Aristófanes y ser un retórico alejandrino, de esos que copiando inventaban, personajes alambicados donde los haya.

Y puestos a imitar, e incluso a clonar, con la conciencia de que tan imposible es una cosa como (o sin) la otra, he aquí que Wilde se pirraba por un bonito cuadro de Guido Reni, un San Sebastián que puede verse en Génova, en el Palazzo Rosso.

Se ve que esto del San Sebastián es para gente de sensibilidad y sensualidad exaltadas, y también para los adoradores del buen gusto, es decir, de lo que a cada uno el estómago le permite. Y hablando de esto y de Wilde, cómo no acordarse de Kafka, por supuesto.

“El pintor Ascher quiere que pose desnudo para él como modelo de San Sebastián” [2], escribe en una entrada de sus diarios, en 1912.

Bueno, la verdad es que habría que ver a Kafka posando, y ya no digo posando cual San Sebastián extasiado de flechas. Lo de las flechas no parece que le vaya del todo mal, sobre todo si recordamos lo que dicen sobre el particular en cierta enciclopedia: “It is no coincidence that he was once invited by the painter Ernst Ascher to pose as St. Sebastian, a typical allegory of (homo)sexual masochist victimization (January 1912)” [3]. Pero lo del San Sebastián parece un poco extraño, si recordamos cierta nota a la edición de los diarios en español: “No deja de resultar sorprendente que el pintor Ernst Ascher (1888-?) le pidiera a Kafka que posara para un ‘san Sebastián’, si se tiene en cuenta la delgadez del escritor y si recordamos que […] san Sebastián […] fue con toda probabilidad un militar fornido” [4].

Lo cierto es que aquí hay una caricatura del crítico, ese ser que se arrastra por las infinitudes del genio sin jamás vislumbrar, claro, el horizonte, más que nada porque anda con los globos oculares rodando por el suelo, quizás en busca de cierto fundamento que pueda aprehender (cual guardia fronterizo: ¡cave contrabando!).

Y tal vez, soñando como plácidos sansebastianes apoyados al árbol del conocimiento al que estamos clavados por las flechas del placer y el dolor, podríamos imaginar, en una duermevela en la que no hay esencia que no quepa, el encuentro de Wilde y Kafka en los últimos versos del “San Sebastián en sueño” [5] de Georg Trakl:

Ir a las tientas sobre las verdes gradas del verano. Oh qué suave
decaía el jardín en la sepia quietud del otoño,
aroma y melancolía del viejo saúco,
cuando en la sombra de Sebastián sucumbió la voz argéntea del ángel.

_______

Notas.

[1] Fragmentos póstumos. Volumen I. Madrid: Tecnos, 2010, p. 84. Traducción de Luis E. de Santiago Guervós. Esta cita la apunta Nietzsche, en otoño de 1869, de Schlegel.

[2] KAFKA, Franz. Diarios. Barcelona: DeBolsillo, 2006, p. 231. Traducción de Joan Parra y Andrés Sánchez Pascual.

[3] A Franz Kafka Encyclopedia. (Richard T. Gray, Ruth V. Gross, Rolf J. Goebel, Clayton Koelb). Connecticut: Greenwood Press, 2005, p. 241. Por supuesto, la cita está tomada de la entrada “Sadomasochism”…

[4] KAFKA, Franz. Ibídem, p. 700.

[5] TRAKL, Georg. Obras completas. Madrid: Trota, 1994, p. 106. Traducción de José Luis Reina Palazón.

No hay comentarios: